En el culto del vudú, zombies son resucitados que carecen de voluntad y se comporta como autómatas, criaturas sin conciencia ni autodeterminación, que sólo cumplen órdenes o que actúan por impulso y con nula inteligencia.
En el culto empresarial los zombies son empleados que se mueven por inercia y sin objetivos, se reconocen rápidamente por expresiones como “esto no es de mi ámbito de gestión“, por ceñirse a la norma sin cuestionarla; aunque ello lleve directamente al desastre; por negar la evidencia y ceñirse al manual como única verdad absoluta, por aparentar servir al cliente mientras lo desatienden, por conseguir que no se note la diferencia entre cuando están y cuando no están y, sobre todo, por caer con furia antropófaga sobre cualquiera que no siga su norma de comportamiento.