Si preguntamos a cualquier persona sobre la incidencia de conceptos como la comunicación o la prevención en los diferentes ámbitos de la actividad humana, en sentido abstracto, todos aquellos a los que preguntemos reconocerán su importancia e, intuitivamente, incluso su trascendencia. Pero si les pedimos que concreten casos en los que se manifieste dicha importancia, una expresión de duda aparecerá mayoritariamente en el rostro de nuestro interlocutor, y si les pedimos que traten de cuantificar dicha incidencia de algún modo, se pondrá de manifiesto su incapacidad para definir una cifra.