Resulta frecuente que cuando alguien se enfrenta situaciones críticas e imprevistas reaccione frente a ellas de forma poco racional, impulsivamente, buscando soluciones en la dirección y el lugar equivocados.
Ante un imprevisto que nos afecta directamente, frecuentemente tendemos a perder perspectiva y parte de la capacidad que en otras circunstancias tendríamos para afrontarla. Por ello disponer de ayuda profesional externa resulta esencial para poder enfrentarse a estas situaciones con las mayores garantías.
Al meditar sobre ello me viene a la memoria un experiencia vivida hace algunos años durante la realización de una inmersión con escafandra que pudo terminar en tragedia y que, aunque afortunadamente no tuvo mayores consecuencias, ilustra perfectamente como ante determinadas situaciones críticas los comportamientos de los directamente afectados tiende a adolecer de falta acierto.