La pandemia del Covid-19 nos ha situado bruscamente, a personas y a empresas, en un mundo diferente, y estos cambios van a incrementarse de forma exponencial mes a mes a partir de ahora, cambio al que las empresas y organizaciones deben adaptarse de inmediato si quieren sobrevivir por lo que el reto de la innovación está en la capacidad de darse cuenta de a qué problemas hay que dar solución.
Pero en un entorno absolutamente inestable predecir cómo va a ser el futuro es prácticamente imposible y si se llega a acertar en la previsión, la vida de este acierto será corta, arrollado por nuevos cambios imprevistos e impredecibles.
Las empresas necesitan pues disponer de capacidad para adaptarse a cambios constantes que se suceden aceleradamente, y esta capacidad no se encontrará ni en sus procesos, ni en la genialidad de un CEO, ni en planes estratégicos al plazo que sea, esta capacidad sólo se podrá encontrar en sus equipos.
Ello obliga a configurar los recursos humanos de la organización de manera que el profesional pasa de ser bueno porque hace muy bien lo que se le dice a ser bueno por participar en el acierto del diseño y la decisión de lo que hay que hacer.
Se ha de pasar del talento del visionario al talento del equipo. El equipo no sólo ha de hacer, sino que además ha de ayudar a decidir correctamente, no sólo ha de ejecutar, sino que ha de ser clave a la hora de descubrir oportunidades y ello obliga a añadir a la supervisión y control del equipo también el apoderamiento y la confianza en el mismo.
Las dos únicas previsiones que con seguridad podemos hacer sobre el futuro son:
- Que casi nunca vamos a conocer lo que nos depara el futuro hasta que sea presente, situación sobre la que no podemos hacer nada.
- Que esta situación que enfrentamos la podremos gestionar si contamos con el equipo adecuado, y sobre esto sí que podemos hacer mucho.
No sabemos cómo va a ser el futuro, pero sí sabemos cómo son las personas y los equipos humanos que vamos a necesitar.
Vamos a requerir:
- Equipos diversificados, multidisciplinares y con variedad de talentos.
- Curiosos.
- Interesados en lo que hacen.
- Motivados.
- Innovadores.
- Críticos.
- Ágiles.
- Adaptables.
- Que sientan que cuenta con la confianza del líder.
- Que se comunican de forma fluida y disponen de mecanismos para el intercambio de ideas.
El principal peligro para afrontar el futuro reside en el hecho de que la mayoría de organizaciones no conocen el potencial real de sus colaboradores y el talento de éstos queda sepultado bajo el sistema jerárquico, el organigrama, los títulos y los cargos, desaprovechando la reserva real de talento con la que cuentan.
Así pues, contar con una evaluación cuidadosa de las capacidades de los miembros de su equipo y con unos mecanismos de gestión de sus recursos humanos que permitan aflorar y ejercer el talento de sus profesionales, serán los elementos clave que las empresas y organizaciones pueden controlar y que les permitirán evolucionar, enfrentar y sobrevivir a un futuro que, a partir de ayer, va a ser siempre imprevisible y cambiante.