EN 25 AÑOS LA MITAD DE LAS EMPRESAS DESAPARECERÁN.

TWALa mitad de las empresas que formaban parte del grupo de las 500 mayores empresas del mundo hace 25 años, hoy no existen. 250 empresas de entre las 500 mayores del mundo, en los sectores mas diversos, han desaparecido. Pero lo peor es que de entre las hoy 500 más grandes del mundo, la mitad de las empresas desaparecerán también en los próximos 25 años.

El tamaño no importa.

Todas las empresas están en riesgo de sufrir situaciones críticas, riesgo que, como vemos, se materializa frecuentemente y acaba arrastrando a las más sólidas compañías al abismo del cierre y la desaparición.

Toda organización, grande, mediana o pequeña, se enfrenta a la posibilidad de crisis institucionales. Éstas pueden basarse en decisiones de la Dirección, en errores, en casos fortuitos, en cuestiones meramente interpretativas de la norma, en deslealtad de empleados, en acciones de terceros, o en un rico etc. de posibilidades.

Casi todos confiamos en nuestra capacidad para controlar los acontecimientos cuando se producen, y perdidos en esta ficción nos preguntamos ¿Por qué dedicar nuestro valioso tiempo y dinero intentando evitar aquello que posiblemente no va a suceder? Esta percepción es  “La Gran Trampa” en la que se cae por una visión cortoplacista. Lo que es poco probable que suceda en un año, es mucho más probable que suceda en cinco, y en 25 años resulta tan probable que suceda, que la mitad de las mayores empresas ya han desaparecido.

Y llegado el caso, ante acontecimientos que pueden abocarnos a una situación crítica, el planteamiento que nos conviene hacernos es el siguiente: Si en la tranquilidad del despacho, cuando todo va bien, sin presiones, resulta verdaderamente difícil prever planes de actuación para afrontar tales acontecimientos ¿Qué nos hace pensar que en medio de la vorágine de los sucesos, cuando nuestra “piel” y nuestra empresa están en juego, seremos capaces de improvisar decisiones y gestionar con perspectiva, coherencia y acierto?

¡Seamos realistas!

En lugar de esperar a vernos envueltos en una situación crítica, es del todo factible tener establecidos procedimientos para detectar aquellos acontecimientos que destellan avisando de la inminencia de la crisis; lo que nos permitirá adoptar medidas antes de que surja el problema; y se pueden tener planeados los pasos a dar para afrontar una crisis imprevista, en lugar de perder un tiempo precioso pensando en qué hacer cuando ya estamos inmersos en un problema acuciante.

Hacer el análisis y establecer estos procedimientos tiene un coste, pero es exiguo; sobre todo comparado con el menoscabo que supone una crisis por pequeña que sea; y contar con los servicios de profesionales experimentados, tanto para dirigir e impulsar un proceso de prevención de crisis, como para gestionarla serenamente, de forma rigurosa y ordenada; resulta una baza esencial para superar estas situaciones con éxito.

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